Por: Andrés Patiño
“Vivo orgullosa de mis mujeres” es la segunda estrofa del himno de Pereira, y cómo no, si existen incontables razones para mostrar que la mujer pereirana es capaz, imponente y sobre todo noble.
A lo largo de los años las nacidas en esta tierra han tenido que luchar incansablemente con una connotación negativa y además errónea que se ha fortalecido con novelas, artículos de periodistas y recientemente mismos pereiranos qué, por buscar protagonismo en redes sociales se hacen los célebres repitiendo la falacia. La mujer pereirana es emprendedora, capaz. Es hora de aprender un poco de su historia.
La Perla
del Otún, la querendona, trasnochadora y morena. Ciudad hermosa querida por todos, la misma
que nos vio nacer o nos adoptó.
Rodeada de montañas y con clima ameno, siempre se ha caracterizado por lo bien
que se atiende al forastero, no en vano tiene el apodo “la ciudad sin
puertas”. Pareciera que tanta amabilidad trajo consigo la ya conocida
reputación no muy buena de sus mujeres, una historia de nunca acabar, no
obstante no podría estar más equivocado todo el que piensa que la mujer pereirana es como la pintan.
La ubicación
geográfica de Pereira, sirvió para que por muchos años los arrieros y viajeros que recorrían el país hicieran escala, abriéndole así un espacio a los
comerciantes y “rebuscadores” antioqueños que se arraigaron en el entonces
municipio caldense fundado por caucanos. Pereira era como no, una tierra próspera, donde encontrar
empleo era sencillo, sus fértiles tierras eran perfectas para las cosechas; era
el “sueño americano” de los colombianos, de allí la frase “no vamos a llegar a ningún Pereira”.
Toda esa
bonanza cafetera, comercio y demás, hizo que muchas mujeres que ejercían la prostitución
vieran una mina de oro en la “tierra de
Cañarte” y emprendieron entonces hacia
la ciudad próspera de aquella época.
Y es que claro, viajeros y jornaleros urgidos por un poco de “pasión”
no dudarían en gastarse los pocos pesos que ganaban en uno de los muchos
prostíbulos que se empezaron a crear en aquella época. Así, los viajeros que paraban a descansar en Pereira, se iban con la idea falsa de lo fácil que
era encontrar en Pereira un poco de goce.
Mientras
esto ocurría, la mayoría de mujeres, se esforzaba por trabajar, ya fuera
en su propio negocio o recogiendo café, buscando la independencia que la
ayudara a alimentar su familia. La mujer pereirana
siempre fue trabajadora; comportamiento
que la alta sociedad manizalita rechazaba,
pues para ellos una verdadera dama debería hacerse cargo del hogar; “Cómo es posible que trabajen y no cuiden
niños” se escuchaba en las casas
burgueses de la fría ciudad caldense.
Fue así entonces que la otrora capital del Eje, empezó de forma paulatina a incrementar el embuste que ya se hablaba en muchas de las capitales del país; mentira que fue aprovechada por muchas foráneas para limpiar su nombre; "soy de Pereira" le dijo una prostituta a un amigo en Madrid, eso sí con un marcado acento costeño.
Pero las verdaderas pereiranas, seguían aquí siendo emprendedoras, independientes y capaces muy acorde a sus principios y con gallardía continuaron con su objetivo de lograrlo todo.
Fue así entonces que la otrora capital del Eje, empezó de forma paulatina a incrementar el embuste que ya se hablaba en muchas de las capitales del país; mentira que fue aprovechada por muchas foráneas para limpiar su nombre; "soy de Pereira" le dijo una prostituta a un amigo en Madrid, eso sí con un marcado acento costeño.
Pero las verdaderas pereiranas, seguían aquí siendo emprendedoras, independientes y capaces muy acorde a sus principios y con gallardía continuaron con su objetivo de lograrlo todo.

La mujer pereirana es pujante. Es la mejor muestra de una ciudad que nació de los escombros de un pueblo; que con el pasar de los años creció hasta convertirse en una urbe culta y amable, donde “todo el que llega vuelve porque se amaña” La mujer pereirana es optimista, especial y alegre. Es por eso que siempre serán un orgullo para la región, para este portal y para toda la hinchada Matecaña. GRACIAS y que !Viva la mujer pereirana!
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